Jordi López Duatis, Psicólogo del SRC Maresme y coordinador del programa «Juego, deporte y salud mental» del CFP Maresme, fue ponente de la jornada «El arte, la cultura y el deporte como herramientas de integración social» organizada por Fòrum Salut Mental. Explicó el trabajo hecho a través del deporte y una historia real que ejemplifica sobradamente como la actividad deportiva ayuda a las personas con una problemática de salud menta

Así, Duatis, como lo conocemos en la entidad, explicó la vinculación entre el deporte y la salud mental: el juego es el medio principal que nos permite, des de pequeños, experimentar con los objetos, relacionarnos con los otros y expresar fantasías. El juego deviene deporte cuando uno hace originariamente significa la palabra deporte (del latín deportare ): trasladar o deportar.

Ya hace 10 años un grupo de chicos inició el proceso de pasar de estar dentro, encerrados y aislados, a abrirse cada vez más a partir de la práctica deportiva.

El paso de “gammers” a “players”

Todo empezó con la decisión de hacer actividades específicas para jóvenes en el SRC Maresme y que, una de ellas, fuera deportiva ya que la gran mayoría de los chicos eran «Gammers» pero no «Players». Es decir, se pasaban largas horas encerrados en su habitación jugando contra alguna cosa, que no sabían muy bien lo que era.

Los dos motes significan “ jugador”, pero el inglés permite diferenciar el jugador que pone el cuerpo y que juega presencialmente del que no lo pone y lo hace telemáticamente. Así, el objetivo fue ayudarlos a salir de su zona de confort.

Una vez a la semana iban a un pabellón a hacer las actividades que el recinto ofrecía. El primer día, después de hacer una breve ojeada alrededor, tres de ellos empezaron a tirar en una canasta. Miedosos, inseguros y con timidez…pero salieron contentos. Con el paso de los días la cosa fue cogiendo cuerpo: disfrutaban mucho y se mostraban muy acogedores con los compañeros que se incorporaban.

Poco a poco el equipo se fue consolidando. Se conocían los unos a los otros, el sitio que ocupaba cada uno en la pista y surgían «pases de complicidad» y guiños de ojo.

Por otro lado, llevaban mucho antes de empezar la actividad y, a la hora de plegar, se quedaban ratos hablando. Así la pista cada vez “ salía más hacia la calle”.

 

Del acompañamiento constante del recursos a encontrarse autónomamente

El equipo educativo, formado por Jordi y su compañera Lucía, se planteó animarlos a quedar fuera, sin el acompañamiento constante de los profesionales del recurso. Esta es una de las intervenciones que más cuesta, que puedan hacer lazo y salgan juntos, fuera del marco protegido que les supone el centro.

Mientras que buscaban la fórmula de hacer este paso, por sorpresa uno de los jóvenes les propuso ir a su casa. Vivía en el anexo de un recinto escolar y su madre era la conserje y podían acceder al patio de la escuela donde empezaron a jugar todos juntos casi cada día.

 

El crac de los triples que también convivía con una problemática de salud mental

La verja que separaba el interior de la calle permitía ser vistos por la gente que pasaba. Un chico que los veía jugar un día les pidió si podía unirse al partido. El nuevo fichaje resultó ser una máquina en el baloncesto: podía estar media hora sin fallar un tiro libre, desde la prudencia y sin resultar nada invasivo iba haciendo comentarios en la línea de mejorar la técnica, perfeccionar, hacer ejercicios más exigentes, etc.

Un día alguien le preguntó «¿Cómo es que puedes quedar a cualquier hora para jugar?» Él respondió que no estudiaba ni trabajaba porque tenía una enfermedad mental. Los otros, sorprendidos, le explicaron que ellos también. Así sucedió algo importantísimo: quién tenía que decir que aquél crac de los triples que no tenía freno, convivía con una problemática de salud mental como ellos.

 

La evolución del equipo hasta devenir medalla de oro en los Special Olympics y mataronines del año

Con el transcurso del tiempo, se fueron empoderando y decidieron hacer partidos de verdad, creando un equipo, entrenando en un pabellón oficial y participando en la Liga Catalana de Deporte inclusivo. Tenían un entrenador exigente que quería que diesen el máximo de sí y ganar partidos. El equipo empezó a ganar partidos y la liga durante varios años hasta ganar el Oro en los Special Olympics, por la cual cosa fueron nombrados Mataronines del año.

De aquí surgieron entrevista a medios de comunicación, jornadas divulgativas, recepciones en el Ayuntamiento…

“El invitado” todavía subió más de nivel y ganó también la medalla de Oro en el Mundial Special Olympics, ahora hará dos años en Abu Davi.

 

El papel del SRC en todo este proceso y qué conlleva tener un partido a nivel de salud

Desde el SRC acompañamos en todo momento a los jóvenes, interesándonos por su evolución y observando los cambios que provocaba en otras áreas de su vida cotidiana.

El hecho de tener un partido conllevaba muchos cambios de hábitos y rutinas.  Gracias a la motivación de jugar y ganar, el día antes del partido, se cuidaban a nivel alimentario, de descanso, etc.

El día del partido salían de casa sabiendo que tenían una responsabilidad importante para ellos. Ya en el pabellón, desconectaban de todo, también de las preocupaciones y entraban en un escenario diferente donde contaban con ellos y con la función que desarrollaban, cada uno la suya.

Ya en el terreno, ponían su cuerpo en juego con todo lo que supone: un contacto particular con el otro, en un espacio donde pasan cosas inesperadas, donde atacamos y defendemos. Jugaban en un espacio desconocido, con la atenta mirada del público y del entrenador referente que los guiaba con respeto. Podían hacer uso de la fuerza dentro de unos parámetros reglados, representados por un árbitro que reconocían como una figura de autoridad necesaria y se hacían cargo de la penalización que implica saltarse una norma, siendo responsables de sus acciones.

 

Esta experiencia de éxito refleja cómo la práctica del deporte colaboró en asumir los objetivos establecidos en el plan de recuperación y inclusión comunitaria de todos y cada uno de ellos, por la cual cosa les dimos la alta clínica del SRC. Estas personas siguen vinculadas al CFP Maresme con otra posición, la de voluntarios con experiencia. Siempre dispuestos y agradecidos por poder dar algo a cambio de la atención recibida durante todo este tiempo.